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Diagnóstico y receta

Conozco a Joaquín Hernández Alvarado, articulista de opinión, rector de la UEES. Cuando analizamos urgencias, lo hacemos con beneplácito. Todo disentir sincero ubica a la verdad. Nuestra manera de ser y pensar fue trabajada con hormas similares, en geografías diversas. Al final de una entrevista realizada por Anderson Boscán Pico (Expreso, 23-II-2015), Joaquín expone lo mejor de sí, su pensamiento condensado, envuelto con palabras sencillas, fácilmente comprensibles, a modo de ‘diagnóstico-receta’: “La democracia es un modelo de gobierno donde la opinión de los diferentes sectores cuenta, donde no hay una lucha de amigo-enemigo y no hay grandes utopías a realizar. En democracia, las personas reemplazan a las personas, existe división de poderes y se practican libertades. América Latina debe reflexionar. Eso es lo que tenemos que alcanzar”. Intento un acercamiento al pensamiento de Joaquín con la pretensión de glosar algunos de sus asertos. Busco descubrir filones de humana riqueza que nos hermanan e identificar rémoras que impiden progresar.

1. “La democracia es un modelo de gobierno donde la opinión de los diferentes sectores cuenta, donde no hay una lucha de amigo-enemigo y no hay grandes utopías a realizar”. Es decir, si un gobierno no respeta el pluralismo ideológico y la libre expresión del mismo; si la sociedad se divide en buenos y malos, buenos quienes se someten al gobierno y sus actuaciones y malos quienes, en parte o en todo, lo contradicen; si se venden como verdaderas falsas utopías alcanzadas, como el buen vivir, por ejemplo, fácilmente se concluye que ese no es un gobierno democrático. ‘La mona aunque se vista de seda, mona se queda’.

2. “En democracia, las personas reemplazan a las personas, existe división de poderes y se practican libertades”. La alternancia en el poder es un elemento constitutivo de la democracia formal: ‘personas que reemplazan personas’. El fin de un movimiento político no es adueñarse del país para transformarlo a su talante; no es apropiarse de las funciones del Estado; tampoco pretender convertirse en creadores de la ‘patria nueva’, abandonando su rol de servicio a la sociedad, en un tiempo estipulado por la Constitución. La anulación, en la práctica, de la división de poderes o funciones del Estado, es el holocausto incruento, imperdonable, del gobierno actual, a la democracia ecuatoriana. Nunca antes, en gobiernos denominados democráticos, se osó afirmar que el presidente de la República es amo y señor de todas las funciones del Estado; sucedió, eso sí, en gobiernos de facto.

3. “América Latina debe reflexionar. Eso es lo que tenemos que alcanzar”.

Joaquín al decirnos que América Latina debe reflexionar nos pone entre la espada y la pared, posición que obliga a compaginar situaciones extremas con soluciones extremas. ¿Reflexionar en Ecuador? ¿Cómo hacerlo si se establece, bajo pena ‘de rectificación’, que existe una verdad oficial y que la palabra de RCD es sagrada? Ecuador necesita al menos cien centros de reflexión, en cada una de sus 24 provincias, que tengan como lema ‘Libertad con responsabilidad’. ¿Es posible esto en el Ecuador de hoy?

“Si no creemos en la libertad de expresión para la gente que despreciamos, no creemos en ella para nada”, Noam Chomsky. (O)

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